Tuesday, September 20, 2005

Julio, el improvisado corredor de fondo (1/2)

El martes me tocó viajar con Julio. Todo sucedió cuando Julio, o el yayo Julio, como le llamaba su nieto, volvía hacia la parada del autobús que le llevaría a casa. Un par de horas antes había recogido en la guardería a su querido Pablito, el travieso nieto que le había dado su hija menor.
Julio quería convertir a Pablito en un as del balón, así que pasaron un buen rato "entrenando" en el parque al lado de casa. Le llamaba mucho la atención como el pequeño chiquillo se integraba entre un heterogéneo grupo de chicos de todos los colores, como si del Barsa se tratara.
Hoy se había rozado la rodilla contra la tierra y tuvieron que partir apresuradamente para el hogar a curar el chorretón de sangre que brotaba escandalosamente. Pero todo quedó en un susto.
Caía la tarde y Julio caminaba hacia la parada. Parada a la que acababa de llegar el último autobús. La frecuencia de esta línea era muy variable, y algunas veces podían pasar 40 minutos hasta el siguiente autobús. Su fortaleza física había decaído con el paso del tiempo, pero todavía podía permitirse alguna pequeña carrera. Alcanzó el autobús en el preciso momento en que se cerraban las puertas y empezaba a moverse. Los golpecitos de nudillos en las puertas no inmutaron al conductor. Tampoco la cara de súplica de Julio. El autobús aceleró y dejó atrás al anciano. [..]

1 comment:

Anonymous said...

Vaya.... yo tenía un abuelo así, pero murió... le echo de menos...
Cuídate, besos y un big abra:
Alma;) (f)