Tuesday, March 29, 2005

Hispasat, my home - Mi casa, Hispasat

What's the history of my home? In june 1981, Hispasat society was born, and several satellites were constructed with Matra company. The Ariane shuttlers were responsible of the launch to 36.000 kmts far away. Nowadays, you can find three satellites working: H1C, H1D and Amazonas.

The best of all is that I have access to hundreds of tv channels, radios, telecommunication services and even broadband access to internet. What a luxury!

However, it is not very comfortable, because I have to be aware of every single launch to reach my home. That's way I look up in the Internet the launch schedules all over the world. Where shall I take my next journey home?




¿De dónde viene mi casa espacial? En junio de 1981 se constituyó la sociedad Hispasat, S.A. y se construyeron varios satélites con la empresa Matra. Las lanzaderas Ariane fueron las responsables de su puesta en órbita a 36.000 kmts.

Actualmente se encuentran operativos el H1C, H1D y Amazonas.

Lo mejor de todo es que puedo acceder a cientos de canales de tv, radio, servicios de telecomunicaciones varios incluso banda ancha para poder acceder a internet. ¡Todo un lujo!

Lo peor es que tengo que estar pendiente de los lanzamientos espaciales esporádicos -varios por semana-, para poder alcanzar mi hogar. Por eso sigo puntualmente la agenda de despegues de internet para saber dónde y cuándo sale mi próximo vuelo. ¿De dónde saldrá mi próximo vuelo a casa?

Tuesday, March 22, 2005

System and defense failures - Caída de sistemas y defensas

At last, the system managed to restore itself.

There were some intermittent blackouts before the batteries stopped working.

In that moment, the satellite turned into a piece of metal sailing across the wide space sea.

The little lights were fighting to switch on, although they were just small sparkles.

As a boat captain, I kept in a good mood, waiting for the Earth Control to solve the situation.

36 hours later, everything was normal.

Not everything was negative: this long solitude has awaken in me some kind of affection need that I had not felt for a long time.

Even the SCS sparrows like me, have our little heart.

Since the last one, I promised not to suffer again from love dissappointments, but I think I will finally surrender.



Por fin se ha restaurado el sistema.

Los cortes fueron intermitentes hasta que definitivamente las baterías de alimentación dejaron de funcionar.

En ese momento, el satélite se convirtió en un pedazo de metal navegando a la deriva por el ancho mar espacial.

Las lucecitas luchaban por encenderse, si bien no pasaban de leves destellos.

Cual capitán del barco, me mantuve al frente del satélite, aguardando a que el control de Tierra lograra reflotar los sistemas.

36 horas después, todo ha vuelto a la normalidad.

Todo no ha sido negativo: la soledad de estas horas ha despertado una necesidad de cariño que no sentía desde hace tiempo.

No os creáis que por ser un gorrión SCS, carezco de mi corazoncito.

Yo también necesito calor de mis semejantes.

Desde la última vez, me había propuesto no volver a sufrir de desengaños amorosos, pero creo que voy a terminar por rendirme.

Thursday, March 17, 2005

Si nadie va a tomar cerveza, yo tampoco

-Durante un congreso de empresas cerveceras -contaba hoy Antonio-, tomó la palabra el representante de los cerveceros Holandeses y antes de empezar a hablar, pidió que le le cambiaran el típico botellín de agua por una cerveza Heineken.
Después pasó al estrado el representante americano, e hizo lo propio: antes de comenzar su discurso, pidió una cerveza Budweisser.
Le tocó después el turno al representante español y, asombrosamente, pidió que le trajeran una cocacola.
La gente empezó a murmurar en el patio de butacas, ante tan extraño comportamiento.
Tomando la palabra, el orador comenzó: "Si nadie va a tomar cerveza, yo tampoco".
Me gusta visitar de vez en cuando a Antonio, porque tiene mucha experiencia a sus espaldas.

Para Antonio, éste es un ejemplo de cómo ser competitivo sin llegar a ser agresivo.
Basta con saber emplear el sentido del humor.
Antonio Hernandez published this and other experiences in his book "Vendo, luego existo".

Wednesday, March 16, 2005

Born again eternally - Renacer eternamente

I am almost sure that writting on this blog from my space observatory, I may change the curse of my own nature and perhaps I get fired from the SCS. It's a long time plenty of experiencies that I've lived thanks to the SCS. The SCS is a mistery in itself. As other animals, sparrows are not intelligent. But there is certain amount of special sparrows that belong to the SCS and have a mission in this world: to be Soul Carrier Sparrows. As SCS, we can not die, and we are many many years old, and we have developed conciousness. The oldest CSSparrow appeared when the first man was born as we know it. And then we expanded as the human raze did. If you ever find a sparrow with this signal, you have met a SCS.





Tengo casi la seguridad de que escribiendo esta bitácora desde mi observatorio espacial provoque cambios irreversibles en mi poco común naturaleza. Son muchos siglos de vivencias gracias SCS. El SCS es todo un misterio. Como otros animales, los gorriones no son inteligentes. Pero hay ciertos de ellos que pertenecen al SCS y tienen una misión en este mundo: ser Gorriones Portadores de Almas. Como miembros del SCS, no podemos morir, y tenemos muchísimos años, así que hemos llegado a desarrollar consciencia. El gorrión portador más viejo apareció cuando el primer hombre nació tal y como lo conocemos. Y nos expandimos a la par que la raza humana. Si alguna vez encuentras un gorrión con esta señal, has dado con un gorrión portador.

Monday, March 14, 2005

Gorrones y gorriones

Ayer me colé entre las ventanas de una vieja tasca frecuentada por los domingueros que deciden pasar el día en las afueras de la capital.

Es uno de esos lugares donde se come asados acompañados de pan de pueblo, por lo que el reguero de miguitas de pan es un festín para cualquiera de nosotros, los "gorrones" gorriones.

Y no habría de durar mucho la paz en aquel salón-comedor:

-La otra camarera me dijo que no había cochinillo y acaba de servir una ración de cochinillo a aquella mesa, así que si ud no ha cumplido, yo tampoco: ¡nos vamos sin pagar! -decía a voz en grito un padre de familia de mediana edad.

-Pero si no es cochinillo lo que les han puesto, sino cordero... -trataba de explicarle el camarero.

-Pues cochinillo o cordero, me da igual, porque me he tenido que tomar finalmente un filete.

-Yo le digo que si hubiese pedido cordero, no habría habido ningún problema, porque cordero hay de sobra...-replicaba el camarero.

-Mire -cada vez más nervioso-, nosotros nos vamos y sepa que no volvemos aquí jamás.

La mujer del personaje mantenía un silencio cómplice. La hija, con apenas tres años, jugaba alrededor de la mesa ajena a todo.

-Pues si se va sin pagar -resolvía el camarero- ahora mismo llamo a la policía.

En ese momento, un joven que había escuchado inevitablemente la conversación, intercedió como negociador.

Dirigiéndose al camarero en privado antes de nada le dio la razón, pero le invitó a ganar un cliente en vez de echar a un gorrón:

-Mire, lo que ud va a hacer es ofrecerle un plato de cochinillo gratis para la siguiente vez que venga al restaurante, como disculpa por el malentendido. ¿Le parece?

El camarero se quedó pensativo.

Mientras, el negociador se acercó al alterado comensal, esperando algo de comprensión en lo que aparentemente parecía un acto de "gorronería".

-Mire, es el tercer día de trabajo de la camarera y es posible que no les haya aclarado la situación -comentó el negociador-. Tengan un detalle con ella, pues todo el mundo es torpe al principio. Además, a ella no le han faltado sonrisas cuando ha estado a punto de tropezar con su revoltosa hija pequeña.

Finalmente el camarero accedió a firmar una tarjeta del restaurante con la ración de cochinillo gratis para la próxima ocasión.

El comensal, después de varios "es que esto no se hace", aceptó la invitación y ¡la cuenta!.

El almuerzo estuvo a punto de estropearse para todos, y sin embargo, el final arregló todo lo demás.


Cuando volaba de vuelta hacia la capital, se había producido un accidente en la carretera secundaria.

El coche del comensal, con la mujer y la hija pequeña, se habían salido de la carretera.

El coche era un amasijo de hierros.

De entre los restos, sacaron a los tres ocupantes milagrosamente sin heridas de gravedad.

Ayer, este hombre se planteó muchas cosas.

Y lo más importante: para tres días que estamos en este mundo, mejor disfrutarlos siempre con una sonrisa en la cara.

Vivir en un satélite

Cuando definitivamente mudé mi residencia al satélite, decidí adoptar el apellido Ispasat porque me gustaba cómo sonaba aquella inscripción que se repetía por todo el módulo.

Y lo de Gorgorito es más sencillo, ya que me viene de familia.

Es la traducción al lenguaje humano del nombre que me puso mi pobre madre.

Para ella yo era escandalosamente alegre, y de ahí el nombre.

La ventaja de vivir en un satélite de comunicaciones es que precisamente comunicación no te falta.

Aquí dentro hay varios terminales de datos que con el tiempo he llegado a descifrar.

Desde las consolas de control, puedo acceder al mundo online y de vez en cuando enviaros unas pulsaciones tecleadas con el pico.

¿Increíble, no?

Pero no más increíble que las historias humanas que he conocido ahí abajo, las cuales quiero ir compartiendo con vosotros.




Tuesday, March 01, 2005

Cuando el corazón se acelere, sube conmigo

El pequeño utilitario había apurado lo suficiente para cruzar el semáforo en ámbar, tirando a rojo.

La camioneta de reparto arrancó con el claxon apretado hasta el fondo, recriminando al infractor de manera desmesurada.

Y claro, 100 metros más adelante coinciden en el siguiente semáforo, uno al lado del otro, para proseguir un intercambio de insultos y aspavientos.

-Te tenía que haber estampado, desgraciado.

-Anda que te den, anormal.

-Esta ciudad está llena de inútiles. Os deberían de matar a todos.

-A ver si me dices eso fuera de la mierda de furgoneta que llevas...

Buen momento para revolotear entre los dos vehículos y ascender seguidamente hacia las nubes, atrayendo sus miradas... en un intento por relativizar ese momento.

La temperatura de la discusión desciende súbitamente...

-Venga, vamos a calmarnos...

-Hombre, es que no se puede ir saltando uno los semáforos...

-Por dos segundos de espera no pasa nada, pero de todas maneras disculpa, hombre...

Mientras, yo seguí ascendiendo hasta el satélite, para seguir viendo el mundo desde mi mirador.