Tuesday, September 20, 2005

Julio, el improvisado corredor de fondo (2/2)

[..] Sin embargo, con el orgullo por delante, Julio siguió corriendo con sus pasitos cortos. El autobús se alejaba. Luego, frenaba en los semáforos. Y Julio seguía y seguía corriendo. El autobús arrancaba, y volvía a frenar en el siguiente semáforo. Julio no se detenía. Seis manzanas más adelante, Julio sobrepasó al autobús.En la siguiente parada, estaba esperando allí de pie antes de que el autobús hubiera llegado. Cuando subió, el conductor no tuvo el valor de cruzar su mirada con la del anciano. Sin embargo, sería una historia que tardaría mucho tiempo en olvidar. Esa misma noche, me llegó el encargo de buscar a Julio en su pequeño apartamento de viudo.Era muy tarde, y en el piso se oía el eco de la tele encendida (¡qué pasa, nen! -decía un chico en la caja tonta). Las luces y sombras del televisor iluminaban el salón. Julio descansaba sin vida en el sillón. El mando a distancia había caído de su mano a la alfombra. En su cara se dibujaba un gesto de gran serenidad. Aquella tarde, su corazón había trabajado más de la cuenta, y era hora de buscar un nuevo destino para su alma.Viajamos toda la noche y me contó los detalles de toda una existencia vivida con intensidad. Dentro de unos meses volverá a nacer en Sri Lanka. Ya sabéis que nosotros los gorriones no decidimos dónde van las almas. Pero en cualquier destino, el alma de Julio seguirá su ascenso a la plenitud.¡Por cierto! Me han chivado que Pablito será un gran as del balón. Gracias al yayo.

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